Esta leyenda llegó a mis oídos cuando, de pequeños, mi hermano y yo encima del regazo de mi abuela, escuchábamos con atención como nos la narraba.
A mediados de 1400, en esta pequeña aldea que ahora es mi pueblo, vivan en una casita, más o menos céntrica, 3 hermana: las dos mayores, alquimistas, y la menor, que era curandera. Ésta, tenía una habilidad especial con las plantas, hierbas, infusiones y en todo el ámbito de la medicina natural.
Las hermanas mayores tenían un aspecto algo tétrico, oscuro. O eso era lo que se decía, ya que tampoco salían demasiado a la calle, por lo que nadie sabía exactamente quienes eran, aunque sí a lo que se dedicaban. Aun así no eran muy criticadas, ya que los vecinos adoraban a su hermana, tan atenta y con unos remedios tan efectivos y baratos. Debido a ello, y sin quererlo, ganaron un enemigo, el médico del pueblo, el que promovió todas las acusaciones de brujería a as que eran sometidas.
Nadie supo como era la casa de las 3 supuestas brujas, ya que la menor nunca recibía a nadie en su casa, sino que era ella la que visitaba la casa de los habitantes.
Corrían rumores de que estaba completamente quemada por incendio durante un experimento de alquimia, que tenían una habitación especial para ritos e invocaciones del demonio y la cocina repleta de extraños instrumentos y grandes tarros con restos de animales conservados en un líquido verdoso.
Como las hermanas alquimistas no salían de casa, la menos era la que se encargaba de la compras y conseguir todos los materiales necesarios. Para ello, salia todos los miércoles a medianoche al tenebroso bosque que había bajo el cementerio, que se encontraba en lo alto de un barranco. Siempre cargaba un hato atado a un palo que cargaba en la espalda. Parecía pesado, Cuando volvía a casa durante el amanecer, llegaba cargado, ahora, de hierbas y plantas aromáticas.
Nadie había ido nunca por la noche a ese bosque, tenía fama de ser muy peligroso por los animales salvajes que lo habitaban. Además estaba cubierto de zarzas, cosa que dificultaba la huida en caso de peligro.
Antes de adentrarse en el bosque pronunciaba unas extrañas palabras, y al instante, los aullidos de lobos y gemidos de animales salvajes se amansaron, y estas zarzas se separaron abriendo un camino ante ella, alumbrado por la blanca luz de la luna llena.
Aquella noche no era como el resto. Sentía que algo no iba bien, algo extraño había a su alrededor. Pero siguió con el ritual. Entonces, entonando una sombría melodía, se alzó ante ella una enorme montaña de monedas de oro. Cientos y cientos de monedas fabricadas por sus hermanas. Seguidamente desató su hato y lo vació en el montón. En aquel momento se giró rápidamente después de que un escalofrío le recorriera la espalda, y sin darse cuenta una enorme sombra le cubrió la cabeza con una especie de saco y la maniató.
Aquella misma noche, 3 hombretones hicieron lo mismo con sus hermanas mientras se dirigían alarmadas al oscuro bosque avisadas por quien sabe qué.
Detrás de esta especie de secuestros estaba el médico del pueblo, tan avaricioso, ansioso de dinero, y el único sabedor de esta secreta montaña de monedas.
Ante la oposición de gran parte de los campesinos, las tres brujas fueron quemadas en la plaza. Y así como ardieron ellas, empezó a arder su pequeña casa y la montaña de monedas, convirtiéndose en piezas de piedra con forma redondeada, aunque un poco deforme, y lo más importante: sin ningún valor.
Se dice que los miércoles de luna llena, a medianoche, el bosque se cubre de una espesa y oscura niebla y las monedas vuelven a brillar.
Aquella montaña sigue allí, bajo el cementerio. Ahora tiene un fácil acceso, a través de un puente.
Este lugar se ha conocido des de aquella época como: "la bruixera", lo que podriamos traducir como "el lugar de las brujas".
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